En medio de la crisis energética potenciada por el fenómeno de El Niño, la Cámara Colombiana de la Energía propone que el nuevo ciclo de revisión de fórmulas tarifarias tome en consideración la dinámica reciente de costos, indexaciones y facturas reales sobre los mercados de cada empresa.
Desde 2021, reina la incertidumbre y preocupación por los altos precios de la electricidad que han ido en aumento, golpeando los bolsillos de hogares y empresas en Colombia.
Sumado a esto, tal como advirtió el Comité Intergremial Atlántico, las tarifas de energía eléctrica subirán aún más a partir de mayo como consecuencia de la Resolución No. 40116 del Ministerio de Minas que obliga a las termoeléctricas a hacer despachos forzados y fija nuevas reglas para el despacho de las hidroeléctricas.
Esa medida ocasiona incrementos en el costo de las restricciones a través de las cuales se distribuye el costo de la generación forzada del parque termoeléctrico.
En este contexto, en su informe Precios de Electricidad: ¿El cielo es el límite?, la Cámara Colombiana de Energía (CCENERGÍA) advierte que las causas de este fenómeno pueden explicarse por factores como: la sequía y el bajo nivel de los embalses; la volatilidad del mercado internacional de energía y la problemática del proceso de formación de precios para los usuarios finales donde los valores absolutos de cada componente de los costos unitarios (CU) se duplicaron en poco tiempo.
Tras analizar el costo de racionamiento operativo -CRO-, publicado por la UPME, la cámara asegura que la dinámica creciente de los precios de la energía no responde necesariamente a un incremento paralelo de los costos de generación, ni a un aumento transversal de los costos del sector productivo nacional.
“A esto se sumó la relación bidireccional entre los precios de la energía y el IPP la cual generó una retroalimentación nociva que incrementó la persistencia del choque inflacionario registrado entre 2021 y 2023”, explica.
Y agrega: “En efecto, el sector industrial es un consumidor importante en el mercado no regulado y un gran porcentaje de los costos que enfrenta este sector provienen del precio de la energía, por lo que el incremento de la tarifa del costo unitario – debido a la indexación – genera efectos de segunda ronda sobre el IPP y contribuye a elevar aún más los precios de la energía”.
De acuerdo al reporte, por el nivel que han alcanzado los costos unitarios de prestación del servicio eléctrico en el país, los costos reflejan más un enfoque meramente contable, que un enfoque de eficiencia.
Según la Cámara, los altos precios de electricidad en Colombia ameritan que se revise en el próximo ciclo de actualización de fórmulas tarifarias los elementos que han contribuido al incremento acelerado de dichos precios, así como los instrumentos que deben ponerse en marcha para alertar eficazmente sobre el posible desborde en las diferentes regiones del país y plantear acciones para mitigar oportunamente los impactos sobre la factura de los usuarios.
Todo ello, sin incurrir en la explicación simplista de bajar el consumo para obtener tarifas más económicas.
“En la medida que los costos dejen de tener componentes dinámicos y flexibles de la prestación del servicio, en especial en el componente de distribución, que impacta significativamente a la “última milla” del servicio, y deriven en costos medios en los cuales se reflejan múltiples costos reales y contables de las empresas, veremos una espiral imparable de precios, cuyo techo quizás sea el cielo”, advierten.
Por ello, la Cámara Colombiana de la Energía propone que el nuevo ciclo de revisión de fórmulas tarifarias tome en consideración la dinámica reciente de costos, indexaciones y facturas reales sobre los mercados de cada empresa.
“Los factores que más influyen en un crecimiento acelerado de los precios de electricidad han sido ampliamente diagnosticados y las empresas eléctricas pueden contribuir a mitigar los efectos de una mayor demanda acompañada de altos precios, que dan origen a la creciente inconformidad de los usuarios y a la dificultad para que los efectos inflacionarios no se atenúen”, concluyen.